EL SEÑOR DE LOZANILLOS

Ideas, testimonio, humor y reflexiones para que las piedras del camino sean escalones y no obstáculos.
Para PASARLO BIEN HACIENDO EL BIEN

lunes, 13 de febrero de 2012

La playa en casa

Quienes tenemos o hemos tenido hijos pequeños, sabemos que sus aventuras y su forma de ver la vida superan la imaginación del más creativo director de cine. Tenemos "guardadas" un montón de anécdotas de Lozanillos varios. Aquí va una de ellas.


Las Palmas, 1998. Un domingo cualquiera, por la mañana. Mágico momento en que te despiertas, sin despertador, para descubrir que no hay que ir a trabajar, que las niñas duermen y que aún tienes un rato para regodearte. Carlota tiene tres años, Marta uno y medio y Elena, un mes; así que es un lujo. Mmmmm... qué bien se está en la cama.
Dos minutos más tarde... ¡BOOM! Un ruido seco, repentino y desconocido, como una explosión, nos despierta.
  • “Qué raro, ¿qué habrá sido eso?” - me comenta Lola.
  • “Tranquila... el vecino de arriba, seguro; algo que se le habrá caído”.
Intentamos seguir durmiendo, pero un leve y constante zumbido es detectado el finísimo oído de mi esposa.
  • “Rafa, cariño, mira a ver, anda...”
De modo que, desganado, me levanto de la cama para cerciorarme de que todo va bien. Paso por delante de la habitación de las niñas y ¡vaya! Carlota se ha despertado y está llamando a las otras dos enanas. Se acabó el dormir. Avanzo medio atontado, tratando de ubicar la fuente del zumbido. Cuartos bien, salón en orden, baños bien, cocina... parece que viene de la cocina. Entro pero no veo nada. ¡Alto! Sí, veo agua en el suelo; mucha agua. Viene hacia mí... ¿Pero qué es esto? Viene de la solana. Entro y me encuentro la pesadilla: un chorro de agua, ancho y potente como el manguerazo de un bombero, sale de entre los azulejos de la pared.
  • “¡Lolaaa!”
Como puedo, trato de parar la fuga, pero me empapo al instante. Ni con la mano, ni con un paño ni metiendo el dedo gordo. El agua brota a lo bestia de no se sabe dónde y la inundación es inevitable. Por la rejilla de evacuación del gas, empieza a caer agua hacia el patio. Luego cae también la rejilla. Y el escándalo es sublime cuando el vecindario se despierta y comprueba que llueve sobre el tejadillo de plástico del primer piso... y la nube sale de nuestra cocina, en el cuarto B.
  • “¡Lolaaa, ven corre!
Pero antes llega Carlotilla, que contempla atónita la escena: su padre empapado y en pantalón corto (bueno, en gayumbos, pero parecían pantalones cortos)  apoyado en una pared de la que brota agua milagrosamente, mientras el agua le cubre por encima del tobillo. Un grito y un chapoteo delatan la llegada de Lola. La niña mira a su madre y se va, sin pestañear.
  • “Pero... ¡qué has hecho!” -me dice, y empieza a partirse de risa, ante lo surrealista de la situación.
  • “¡La llave de paso, corta la llave de pasooo...!
Como no la encontraba, le pedí que me relevara un momento para buscarla yo. Pero antes, me pasé por el dormitorio de las niñas para comprobar que todo iba bien, ya que el nivel del agua seguía subiendo. Me asomo a la puerta y...
Carlota había cambiado su pijama por un bañador y unos manguitos, y justo en ese momento le daba la misma equipación a Marta, diciéndole:
  • Venga, Martita, date prisa y ponte ya el bañador y los manguitos, que la playa ha venido a casa
Me quedé mirando sin que se dieran cuenta y se pusieron a ‘nadar’, como si aquello fuera lo más natural del mundo. Era verano, así que les dejamos pasar así toda la mañana... hasta que bajó la marea.